El 12 de Octubre se recuerda uno de los acontecimientos fundamentales de la historia de la humanidad: la llegada a América de la expedición guida por Cristóbal Colón que, por mandato de los Reyes de España Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, había salido del puerto de Palos dos meses y nueves días antes, buscando abrir una nueva ruta comercial hacia la India.
Aunque tuvo que pasar casi una década desde que Colón había tocado tierra en suelo americano, para que resultara claro que se trataba de un “Nuevo Mundo” y no del continente asiático, este acontecimiento cambió el rumbo de la historia, poniendo por primera vez en contacto dos mundos que hasta ese entonces habían evolucionado de forma independiente.
Al descubrimiento, siguieron las etapas de la conquista y de la colonización, que diezmaron la población indígena americana, a causa de las enfermedades traídas por los europeos, de las guerras y de las duras condiciones de vida impuesta por los conquistadores.
Sin embargo, según las palabras del poeta y Premio Nobel mexicano Octavio Paz, “No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas.”
La llegada a América
Cuando a las 2 de la mañana del 12 de Octubre de 1492, Rodrigo de Triana lanzó desde la cofa de la Pinta el grito de «¡Tierra a la vista!», no sabía que el rumbo de la historia había cambiado para siempre.
Más de dos meses habían pasado desde que, el 3 de agosto de 1492, la Niña, la Pinta y la Santa María, los tres barcos al mando de Cristóbal Colón, habían salido del puerto español de Palos. El tiempo transcurrido había sobrepasado las previsiones del almirante y la tripulación ya había manifestado su descontento, con la intención de abandonar una aventura que cada vez parecía más temeraria. Per al principio de octubre se empezaron a avistar las primeras bandadas de aves y finalmente, en la noche entre el 11 y el 12 de octubre, la expedición tocó tierra en la isla que los locales llamaban Guanahaní. Colón la bautizó San Salvador y hoy es identificada con Watling, en las Bahamas.
Luego la expedición siguió navegando por las islas de este archipiélago – Santa María de la Concepción (Rum Cay), Fernandina (Long Island), Isabela (Crooked Island), etc.- hasta llegar el 28 de octubre a una isla mayor, Cuba, que Colón bautizó con el nombre de Juana. El 6 de diciembre llegaron a Haiti, denominada La Española por Colón, y aquí, en noche buena, la Santa María encalló y sus restos fueron utilizado para construir el pequeño fuerte de Navidad, donde Colón dejó una pequeña guarnición antes de empezar, el 16 de enero de 1493, el regreso a España, donde llegó el 15 de marzo. En abril fue recibido por los reyes españoles en la ciudad de Barcelona y aquí, según un cronista de la época, “los Reyes Católicos le esperaban públicamente, con toda la majestad y grandeza, en un riquísimo trono bajo un dosel de brocado de oro, y cuando fue a besarles las manos se levantaron como si fuera un su lado”.
La aventura de Colón
Si la expedición de Colón concluyó con reconocimiento y honores, sus comienzos fueron bastante accidentados. El navegante, nacido en Génova (Italia), debía tener unos cuarenta años de edad cuando decidió buscar financiamiento y apoyo para lograr una asombrosas empresa: navegar hacia Occidente para llegar a Cipango y Catay (China y Japón) y reabrir la posibilidad de comercio con Asia, luego que la conquista turca de Constantinopla (actual Estambul) había cerrado la tradicional ruta por tierra.
Colón estaba convencido de dos cosas: una cierta, que la Tierra es redonda, y otra errónea, en relación al tamaño de la circunferencia del planeta, que él consideraba de unos 30.000 kilómetros, 10.000 menos de los que en realidad son, lo que provocó su error de cálculo en cuanto a la extensión del Océano Atlántico y la duración del viaje.
Inicialmente ofreció sus servicios a Juan II de Portugal, pero fueron rechazados ya que en ese entonces los lusitanos estaban empeñado en encontrar una nueva ruta hacia Asia circunnavegando África.
En 1486 consiguió una entrevista con los reyes españoles, muy interesados en frenar el expansionismo marítimo de Portugal, pero los consejeros de la reina Isabel consideraron excesivas las peticiones de Colón, que en la negociación final exigió que se le concediera el título hereditario de Almirante del Mar Océano, el cargo de virrey y gobernador y el diez por ciento de las ganancias del descubrimiento. Colón se marchó airado, pero la reina lo volvió a llamar y el 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones en Santa Fe, cerca de Granada.
Una vez obtenido el apoyo de la corona, que dispuso la construcción de los tres barcos que iban a integrar la expedición, no fue fácil para Colón reunir la tripulación, porque para los marineros del puerto de Palos Colón era un desconocido con fama de soñador, pero gracias al apoyo de Martín Alonso Pinzón, futuro comandante de la Pinta, pudo armar la tripulación y emprender su excepcional viaje, el primero de los cuatro que lo llevarán al descubrimiento del Nuevo Mundo.
El segundo viaje a América
Seis meses después del regreso de la primera expedición, el 25 de septiembre de 1493, Colón emprendió nuevamente viaje, esta vez con una flota compuesta por diecisietes naves. El domingo 3 de noviembre tocó tierra americana por segunda vez, en una isla a la que dio por nombre Dominica, y el 16 de noviembre llegó a la isla de Puerto Rico, que denominó San Juan. Al volver a La Española, encontró el fuerte de Navidad incendiado y muertos sus guarnición por manos de los nativos. Luego de fundar otro fuerte, con el nombre de La Isabela, recorrió la costa sur de Cuba y, siendo convencido de hallarse en las Molucas o Indias Orientales, llegó a la isla de Santiago, la actual Jamaica.
La expedición, que del punto de vista náutico fue una verdadera proeza, sufrió muchos problemas y percances debidos a las duras condiciones del lugar, los abusos de algunos expedicionarios y la hostilidad de los nativos. Después de convalecer durante cinco meses en el fuerte La Isabela, Colón emprendió el viaje de regreso el 10 de marzo de 1496, desembarcando en Cádiz el 11 de junio, llevando un grupo de indígena .
El tercer viaje a América
En su tercer viaje, que zarpó de España el 30 de mayo de 1498, Colón siguió una ruta hacia el sur, pasando por la isla de Cabo Verde, tocando tierra americana el 31 de julio en la isla de Trinidad, para luego desembarcar por primera vez en el continente, en las penínsulas venezolanas de Paria y Cumaná.
Luego remontó hacia La Española, donde tuvo que enfrentarse con la rebelión de la pequeña colonia, que supuso la intervención de un enviado de la Corona española, el mismo que acusó a Colón y le envió a España encadenado: Sin embargo, al llegar a la Península se le devolvieron sus prerrogativas y privilegios, menos el de virrey de aquellas regiones, cargo que jamás volvió a recuperar, por lo que renunció a ejercer el mando en La Española.
El cuarto viajes a América
Colón, todavía convencido que las tierras por él descubiertas antecedían a Asia, armó cuatro naves que zarparon de Cádiz el 9 de mayo de 1502. Llegó a América el 13 de junio, desembarcando en una isla que denominó Martinino (Martinica). En los dos años que se quedó en el continente americano, hasta su regreso a España el 7 de noviembre de 1504, sufrió muchos inconvenientes y dificultades, debidos a las condiciones climatológicas que afectaron la navegación y la salud suya y de sus hombre, a la hostilidad de los indígenas y a los abusos e indisciplinas de los españoles. Llegó a la isla de Guanaja, a unas cuarenta millas de la costa de Honduras, y navegó hasta el cabo de Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el istmo de Panamá.
Un año y medio después de su regreso a España, Colón murió en Valladolid, el 20 de Mayo de 1506, a los 55 años de edad, a consecuencia de un ataque cardíaco.
¡Es un nuevo mundo!
El nombre “América” fu establecido en honor a Américo Vespucio (en italiano, Amerigo Vespucci), un navegante y explorador nacido en Florencia el 9 de marzo de 1454. Vespucio formó parte de la segunda y tercera expedición de Colón pero, luego del final infructuoso de esta última, decidió navegar por su cuenta.
Entre 1499 y 1502, realizó varias expediciones al nuevo continente. En una de ellas, tras pasar por la isla de Cabo Verde, llegar a Brasil y bordear la costa hacia la Patagonia, se percató de que esas tierras no eran una prolongación de la península asiática sino un nuevo continente.
Su viaje fue relatado en una carta publicada en París en 1502, dirigida a Lorenzo di Pier Franceso de Médici, su mecenas y miembro de la familia que gobernaba su ciudad natal, con el título “Mundus Novus”. En ella afirmaba que era “lógico denominarlo un nuevo mundo, porque ninguno de estos países fue conocido para ninguno de nuestros antepasados, y para todos aquellos que oigan hablar de ellos serán totalmente nuevos”.
A pesar del rechazo despertado por esta afirmación entre los partidarios de Colón, el geógrafo y cartógrafo Martín Waldseemüller bautizó con el nombre de Américo al Nuevo Mundo, publicando en 1507, la primera carta geográfica en la que se señala al nuevo continente como América.